Durante las primeras semanas de este cuatrimestre, el staff Eros, del que formo parte, visitamos a nuestros nuevos compañeros de primer año, nos dividimos en grupos, cada miembro del staff con un grupo, y les hablamos de quienes somos, qué queremos hacer, los conocimos y parqueamos ahí un rato…
En uno de los grupos, una chica me preguntó:
“Si, por ejemplo, él –señaló a un chico que estaba junto a ella- tiene novia ahorita…seguirá teniéndola en cuarto año?”
La pregunta, aunque debo admitir que me gustó porque sentí que mi objetivo de abrir un espacio en el que pudiéramos hablar de absolutamente cualquier cosa fue logrado, me sorprendió. Lo primero que pensé fue “lol qué, eso qué tiene que ver” Pero luego me di cuenta de que mi reacción, como cualquier reacción de quien sea, estaba determinada por mi experiencia, por lo que yo sé sobre relaciones de pareja entre/con psicólogos, y no tomé en cuenta la idea que tenía mi interlocutora tenía sobre los psicólogos, que, al igual que la mía en primer año, estaba nublada por la opinión popular que, lastimosamente, casi siempre es errada.
“Los psicólogos viven analizando a todo el mundo”
“Los psicólogos se creen mejor que todo el mundo y que saben todo”
“Los psicólogos son unos creídos, con ellos no se puede hablar sin que te PSICOANALICEN”
Todas estas son ideas que uno difícilmente no ha escuchado antes de entrar a la carrera, y como todo estímulo que se nos repite mucho, terminamos incorporándolo, en pequeña o gran medida, a nuestro pensamiento.
En primer momento no pensé en todo esto, mi egocentrismo (bien niño de 5 años, Piaget habría sentido pena ajena conmigo) como futuro psicólogo reforzado por ya tres años de carrera y constante contacto con psicólogos profesionales, me había cegado ante estos mitos que aún existen entre el panameño.
“¡Nunca andes con un Psicólogo! ¡Qué pereza! ¡Viven psicoanalizándote! ¿Te imaginas las peleas? Nombre, insoportables…No has ni empezado a hablar y ya saben todo lo que les vas a decir...”
Pues les diré lo mismo que le dije a mi compañera aquel día, y recalco antes de que se formule sobre mí una idea errónea: no me considero ni creo autoridad ni ejemplo sobre relaciones amorosas. Hablo únicamente desde mi experiencia, desde lo que para mí ha funcionado y cómo veo este tema yo.
Ahora sí, les digo: una relación con o entre psicólogos es igual de complicada que una relación entre cualquier otro ser humano.
Nunca he entendido esta mitificación que se les da a los Psicólogos, no somos dioses, ni semidioses, ni miembros de una sociedad élite de individuos sobrenaturales a quienes las leyes comunes de interacción social no afectan. Somos humanos. Humanos que decidieron estudiar y dedicarse a la psicología, el estudio de la mente humana, si, pero eso no nos hace mejor o peor que nadie, en ningún aspecto, mucho menos en las relaciones.
Caramba, si fuera verdad que usamos la psicología en todo momento y en toda relación, nuestros conocimientos en desarrollo humano harían que nuestros hijos fueran perfectos…y créanme, conozco a hijos de psicólogos que son menos funcionales que cualquiera.
Okok, me descarrío un poco… Lo que quiero decir es que las relaciones son complicadas. Tanto para un psicólogo como para un vendedor de raspaos. Ser psicólogo no me hace estar ‘psicoanalizando’ a mi pareja todo el tiempo. No es como que si le regalo una paleta a mi pareja y me la niega porque “no le gusta la paleta de guineo” ya yo me voy a meter en guillas de que nunca obtendré sexo oral de ella, y a formular técnicas de condicionamientos para que le gusten las paletas (pongo el ejemplo así bien pintoresco, pero son cosas que la gente en verdad piensa que uno hace!)
Somos psicólogos, no el Profesor X, ni sabemos legeremancia.
Que el man este tenga novia en primer año y en cuarto no, no va a depender de lo que estoy estudiando. Puede que el pelao siga con su novia en cuarto, puede que no…puede que la man lo queme, o él a ella, o simplemente se den cuenta de que no se quieren, o se ‘apague la llama’, o a él le gusten las llamas, qué se yo.
Bien dijo Freud que una persona sana es aquella capaz de trabajar y amar. Lo que creo que a muchos no nos quedó claro, o pasamos por alto, fue que estas no son variables mutuamente excluyentes. Tengo que amar mi trabajo para hacerlo bien, y tengo que trabajar en mi relación amorosa para que esté bien. Y TODOS tenemos que hacerlo. TODOS. Psicólogos, enfermeros, pediatras, taxistas, contadores, etc, etc, etc…
Si, tener una relación con un psicólogo/a es difícil, porque son seres humanos y tener una relación con otro ser humano es difícil! Tienes que abandonar a tu narcisismo y construir un nuevo tipo de narcisismo compartido con esa persona amada, tienes que bajar la guardia y dejarte ser vulnerable, dejarte inundar por una ola de sentimientos que no conoces y que quizá jamás puedas articular en palabras, acostumbrarte a nuevos patrones de conducta, nuevas actividades, en fin…adaptarte a esa persona, y que ella se adapte a ti, porque se aman. Pero, de nuevo, eso lo tenemos que hacer todos.
Y vaya que es hermoso trabajar por mantener una relación de pareja…porque, chuso, si de verdad se aman, sí que vale la pena. Se los digo yo que ya llevo dos años y contando con mi novia que también estudia psicología, y a veces el ser psicólogos ha hecho la cosa más fácil, otras lo ha hecho más difícil, así como actúa cualquier característica de personalidad de cualquiera en cualquier relación.
Los psicólogos no somos complicados. El ser humano es complicado. Eso es lo hermoso de él.
El conocimiento en psicología se incorpora a nuestra personalidad y es notable en nuestra conducta, si, así como es notable la arquitectura en un arquitecto. Pero como seres humanos, sin términos ni guillas psicológicas, es cierto que todos idealizamos nuestras relaciones y a nuestras parejas, y hay que dejar de hacerlo.
Todos tenemos imperfecciones, pero amar a alguien es ver la belleza que hay más allá de las imperfecciones y trabajar en limar esas asperezas. Más o menos como una terapia bien humanista jaja …“no guilla psicológica” dale aw..
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